Desde
la antigüedad el hombre ha encontrado en la naturaleza modelos y
referencias que le han servido de inspiración para resolver
problemas y, de esta forma, mejorar sus condiciones de vida. La
evolución humana se ha ido apoyando en una continua sucesión de
experiencias, con éxitos y fracasos, siendo el balance final de
logros positivo. Esto ha posibilitado a la humanidad satisfacer
progresivamente sus necesidades y plantearse nuevos retos. Entre
estos casos se puede citar la concepción y construcción de puentes.
El
hombre de cruzar un riachuelo por encima de un tronco caído pasó a
provocar la caída de árboles y apoyarlos en piedras sobresalientes
dentro del cauce, y a partir de aquí, a unir varios troncos para
salvar ríos cada vez más anchos. De trepar por lianas o ramas
enmarañadas de las copas de los árboles para salvar un curso de
agua o un barranco, pasó a tejer fibras vegetales para fabricar
cuerdas, que empalmadas y atadas a bases firmes en las orillas
permitían un paso más seguro por el lugar más adecuado.
Las
rocas arrastradas por la corriente de los ríos y que sobresalían
del nivel del agua ayudaban a vadear su curso. A partir de aquí la
colocación de losas de piedra entre montones apilados sobre el
nivel del río suponía otra alternativa de paso.
Los
primeros humanos también observaron los arcos naturales en las
montañas. Normalmente su formación se debía a la erosión
ocasionada por el viento y el agua que iban desgastando los estratos
más blandos o poco cementados. El arco de piedra en el aire con un
gran hueco en el centro parecía desafiar a la gravedad. Esta manera
de salvar distancias parecía una solución más complicada, pero
verían en la piedra un material más duradero, más estable y
resistente frente a la madera que con el tiempo se descomponía y era
más vulnerable a los agentes externos. La dificultad estribaba en la
colocación y combinación de las diferentes piedras para mantener
el equilibrio y la estabilidad. Tal vez ayudados por el barro y el
adobe, primero experimentaron con la falsa bóveda donde las piedras
van volando poco a poco sobre las inferiores. Más tarde, con la
ayuda de un apoyo provisional inferior las colocarían unas junto a
otras de forma radial hasta lograr formar un verdadero arco. Las
dimensiones de los grandes arcos naturales les proporcionaría una
idea de las posibilidades de esta disposición.
Aunque
en la amplia geografía mundial existen arcos naturales muy
espectaculares, en la provincia de Alicante contamos con algunos
ejemplos bastante modestos, pero no por ello dejan de ser
llamativos.
Los
arcos "rebajados" de la Sierra de Bernia
El
arco de Santa Lucía de Penáguila. Vista general y detalle.
El
“puente” de dos vanos de Castell de Castell
El
arco de las Agujas o Frailes de Cuatretondeta. Vista general,
“estribo” lateral y detalle.
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