La construcción de elementos estructurales de
hormigón armado en los puentes arco se dio a finales del siglo XIX, pues hasta
el momento existía la creencia de que todas sus partes trabajaban a compresión.
En 1.890, Wayss reforzó con una doble malla metálica la bóveda de un puente
construido en Wildegg (Suiza) con una luz de 37 m y una flecha de 3’40 metros.
Años más tarde, el vienés Joseph Melan patentó un sistema por el cual una
estructura de acero arqueada y apoyada entre pilas, formada por cuchillos
paralelos y con perfil en I, se recubría exteriormente con hormigón. Este procedimiento
fue muy aceptado ya que evitaba el levantamiento de cimbras desde el suelo, le
daba mayor resistencia a la bóveda y lo protegía contra la corrosión.
Por otro lado, también se impuso el sistema, más científico, de la
colocación de las barras metálicas en las zonas traccionadas de la pieza de
hormigón. Contaba con las ventajas de emplear menos acero, de facilitar su
doblado y posterior manipulación en la obra.
En los primeros ejemplares de puentes los paramentos se chapaban con
piedra caliza o granito al ser considerado el hormigón armado como un material
poco estético por su textura lisa y color grisáceo.
Eugenio Ribera, como introductor del
hormigón armado en España, comenzó como concesionario de las patentes de Hennebique,
en 1.897, con la construcción de un tablero armado en el puente de Ciaño
(Asturias). En 1.902 terminó el puente de Golbardo, consistente en un doble
arco rebajado, de 30 m de luz, donde apoyaban unas montantes que sustentaban el
tablero Patentó la utilización de
armaduras metálicas perfiladas embebidas en hormigón para puentes arco, dada su
rapidez de ejecución y economía por el ahorro de cimbras (sistema similar al de
J. Melan). Propuso además, la división en dos arcos paralelos o gemelos de la
bóveda (disposición creada por Sejourné). Se convirtió en uno de los mayores
contratistas de ámbito nacional. Como reconocimiento a su labor fue nombrado
profesor de la asignatura “Puentes de fábrica y hormigón armado” en la Escuela
de Caminos de Madrid.
Entre las
realizaciones españolas se podrían citar: el puente de la Reina Victoria en
Madrid de 30 m de luz y rebajamiento 1/10, cuyo autor fue J. Eugenio Ribera; el
puente de Canalejas de Elche, de 50 m de luz, construido en 1.913 por Mariano
Luiña, antiguo colaborador de Ribera; y el Viaducto de Teruel, con un arco de
79 m. de luz y 20’5 m de flecha, terminado en 1.929, cuyo proyectista fue Fernando
Hué y donde intervino la empresa de Luiña como constructora.
Viaducto de Canalejas
en Elche.
Puente de la Reina
Victoria. Madrid
Viaducto de Teruel