Preliminares
Debido al aumento de tráfico interurbano, provocado por el paso de la
carretera N-340 y la C-3313 por la ciudad, y ante las necesidades de mejorar el
acceso desde la carretera de Alicante a los barrios de Santa Rosa, Batoy y el
ensanche de Entenza, el Ayuntamiento, en sesión celebrada el 26 de junio de
1.980, acordó el desdoblamiento de la N-340 por las calles Gabriel Miró,
Entenza y Santa Rosa por medio del terraplenado del Barranco de Benisaidó (La
Vaguada) y la unión de la calle Santa Rosa con la de Alicante mediante la
construcción de un puente sobre el Barchell (Riquer), además de la ampliación
de los puentes de Cristina, San Roque y Pechina.
Gracias a las gestiones realizadas por el entonces Alcalde D. José
Sanus, el 17 de julio de 1.982, el Ayuntamiento concretó la construcción del
nuevo puente al decidir encargar el proyecto al ingeniero de caminos D. José A.
Fernandez Ordoñez.
Este proyecto se finalizó en septiembre
de 1.983, siendo sus autores D. José Antonio Fernández Ordoñez, D. Julio
Martínez Calzón, D. Manuel Burón Maestro y D. Angel Ortiz Bonet. El presupuesto
ascendía a 963.350.205 pesetas.
Vista general del
puente
Proyecto
Se propone la solución de un puente atirantado de gran luz con un tablero totalmente prefabricado de
hormigón, principalmente por dos motivos:
- Construir un puente moderno empleando tecnología actual, de manera que
completara la importante colección de puentes de la ciudad, pues todos ellos
forman un pequeño muestrario de los tipos más representativos de cada una de
las épocas en que fueron construidos. Aunque sería más económico un puente de
varios vanos de 20 a 30 m de luz, existen otros valores a tener en cuenta como
son los estéticos, monumentales, urbanísticos, históricos...
- Dado que la mejor zona para cimentar se encuentra en el fondo del
barranco, la solución de dos vanos es la mejor. Un puente en arco no es posible
porque necesita buen terreno de apoyo en las laderas, y un puente de viga-cajón
continuo de doble tramo y de hormigón pretensado, supone un coste equivalente
al propuesto, con menos posibilidades estéticas y una tipología perteneciente a
los años 50.
La distancia a salvar de 300 m
viene dada por la continuidad de la calle Santa Rosa y su entronque con la
N-340 (calle Alicante).
La ubicación de la pila está determinada en el fondo del barranco por
sus mejores condiciones geotécnicas, facilidad de acceso y disponibilidad de un
lugar para instalar una plataforma de trabajo.
Se elige la distribución en luces desiguales por sus mayores ventajas.
Para compensar la cargas de los dos tramos asimétricos, en el vano más corto se
anclan los cables extremos en el estribo, de forma que aumenta la rigidez del
atirantamiento del vano más largo, y queda la cabeza de la pila anclada a un
punto fijo. En el caso de vanos iguales, la eficacia del atirantamiento queda
exclusivamente encomendada a la rigidez
de la pila, constituyendo un elemento
muy voluminoso, pues sería necesaria una pila en forma de “A” en sentido
longitudinal para buscar la mayor rigidez, y se saldría de la zona de
cimentación. La elección de esta solución se ve reforzada por la propia
asimetría del perfil longitudinal del valle.
Para estos casos la relación óptima entre vanos es de 1’35. Sin embargo,
se toma la proporción de 1’22 (108 y 132) pues la localización de la pila
principal así lo exige. Se podría prolongar el tramo más largo, pero la poca
altura entre su extremo y el terreno recomienda su apoyo en pilares.
Al tramo atirantado de mayor longitud le sigue un tramo de compensación
de 24 m para aliviarle de momentos positivos y disminuir la flecha. Los
momentos negativos que aparecen en la viga sobre el primer apoyo se absorben
mediante el macizado de ésta. A continuación vienen tres tramos de acompañamiento,
distanciados entre sí 12 m que, aunque son prescindibles, se realizan por
funciones estéticas de modulación. Entre el vano atirantado y los tres vanos de
acompañamiento se dispone la única junta longitudinal para evitar grandes esfuerzos
ante solicitaciones horizontales debidas a sismo o a viento (al final estos
tramos se sustituirían por uno solo de 34 m).
Planta del tablero
Frente al hormigonado “in situ” del tablero, la prefabricación en taller
fijo ofrece una mayor calidad por la experiencia de personal, mejores acabados
y elevada resistencia de las piezas. Además en el primer caso, hace falta una
gran inversión, difícil de amortizar, para sufragar el coste de la cimbra y
encofrados móviles necesarios.
Se toma como distancia entre cables los 12 metros, ya que se busca la
prefabricación de elementos parciales dentro de la sección transversal, y no
dovela a dovela con su anchura completa que sólo permitiría distancias de 6 a 8
metros. Dado el peso de las piezas, su puesta en obra es posible por medio de
grúas no muy espectaculares.
Se disponen dos familias simétricas de cables inclinados en vez de una
sola central porque:
- Se divide por la mitad el problema resistente, con lo que aparecen
elementos más pequeños tanto en la pila central como en el tablero.
- Tiene mejor comportamiento ante las acciones del viento y sismo,
aumentando todavía más su eficacia con la ligera inclinación del plano
vertical, formado por los tirantes, hacia el interior del puente.
- La reparación de los cables es menos costosa.
En cuanto a la distribución en arpa o abanico, se opta por el abanico
corregido. Aprovecha las ventajas del abanico por la eficacia del
atirantamiento y menor altura de la pila, y la del arpa, por su sencillez de
anclaje de la pila y su diafanidad que consigue una mayor belleza.
Los cables se anclan de forma fija en el tablero y son regulables en la
pila, lo que permite un cómodo tesado y retesado, cosa que no ocurre con el
cable pasante por la pila y unido por ambos extremos al tablero.
Dada la tensión admisible del terreno de 3 kg/cm2 se opta por la
cimentación directa.
La pila principal se proyecta como un pórtico de dos pilares ligeramente
inclinados en su plano transversal, con un travesaño intermedio. Los fustes son
huecos en su interior para disminuir su peso propio y sólo se macizan en la
parte superior donde comienzan los anclajes. Toda la pila forma un elemento
unitario empotrado en el encepado de la cimentación, remarcado por el color
rosa de los paramentos.
La altura de la pila sobre el tablero debe alcanzar los 50 m y responde
a la relación de 0’38 con respecto al tramo largo, que es la más idónea para un
atirantamiento correcto y eficaz en soluciones de abanico corregido.
El tablero pasa por encima del travesaño intermedio y entre los fustes,
colgado por un cable impar cuyo eje coincide con el de la pila. No llega a
apoyarse en el travesaño para evitar la aparición de fuertes momentos negativos
y de un “punto duro” frente a los apoyos elásticos.
A ambos lados de la pila se acoplan dos miradores para los peatones, de
manera que desde el puente pueda contemplarse con comodidad el panorama que
desde allí va a ofrecerse.
La anchura del tablero de 17’40 m viene condicionada por las necesidades
de tráfico. Su sección transversal comprende dos vigas cajón laterales de 2’45
m. de canto, que reciben en su centro de gravedad los tirantes;
transversalmente, uniendo los puntos de paso de los cables, se colocan vigas
riostras cuya misión es de servir de apoyo a las viguetas pretensadas que han
de sostener la losa superior.
Sección transversal
del tablero.
En cuanto al tipo de cable se elige el formado por hilos paralelos
introducidos en una vaina protectora flexible e inyectada. Sus ventajas residen
en: facilidad de puesta en obra, posibilidad de regular la tensión
permanentemente estableciéndose un ciclo de tesado y retesado, fácil
sustitución, resistencia aceptable a la fatiga y protección favorable ante la
corrosión. Los anclajes poseen un cabezal único, formado por una placa de acero
con roscas y cuñas regulables para el retesado.
Para dar continuidad y unidad horizontal, en la parte superior de los
estribos se prolongan las superficies inclinadas vistas de las vigas-cajón, así
como la imposta y la barandilla. En el estribo derecho se pretensan las
vigas-cajón y los muros laterales para soportar los esfuerzos horizontales
longitudinales que transmite el tablero. En el estribo izquierdo se ancla el
último par de cables, de forma que alivia de cargas verticales al terreno donde
apoya.
La imposta se hormigona “in situ” para corregir las pequeñas
deficiencias de alineación constructivas y servir de soporte a la barandilla.
Los apoyos entre las piezas del tablero, pilas y estribos se resuelven
mediante neopreno y neopreno-teflón.
El peso de la estructura por m2 es de 1’35 toneladas.
Con el fin de mejorar la estética al conjunto se han recurrido a varias
medidas:
- Utilización de dos colores: El
más oscuro para el elemento vertical y que corresponde al color rosa de la
piedra del puente de Cristina o Cervantes, y el más claro para el horizontal
que le confiere mayor ligereza.
- Prolongación en los estribos
del dovelaje del tablero, así como de la imposta y barandilla, para dar mayor
continuidad y unidad a la obra.
- Disposición en abanico
corregido de los cables por su mayor diafanidad.
- Pintado en color gris de la
parte inferior de los tirantes hasta la altura de la barandilla para no
distorsionar la línea horizontal del tablero.
- Ordenamiento en terrazas con
muro de mampostería del perfil menos tendido del terreno.
Prolongación en los
estribos del dovelaje del tablero y ordenación en terrazas del terreno.
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