lunes, 19 de septiembre de 2016

Puentes Medievales en España

       La Edad Media se va a caracterizar, dada la desmembración de la península en territorios ocupados por árabes y varios reinos cristianos, por una continua situación de enfrentamientos y guerras, por lo que no existirá una política unitaria de comunicaciones. En la mayoría de los casos tan sólo se realizarán actuaciones a nivel local, destinadas a la reconstrucción y reparación de las construcciones ya existentes. Estas obras eran generalmente costeadas con impuestos sobre la sal o carne, o bien financiadas por el posterior cobro del portazgo. Su titularidad corresponderá a nobles o a reyes y, normalmente su ejecución correrá a cargo de maestros de obras con experiencia, pero carentes de conocimientos técnicos.

       La Iglesia intervendrá con frecuencia en la construcción de puentes, ya que va a fomentar el acondicionamiento y mejora de los caminos para las peregrinaciones, como es el caso del Camino de Santiago, donde bajo la dirección de órdenes religiosas o personas vinculadas a ellas, como Santo Domingo de la Calzada y  San Juan de Ortega, consiguieron aumentar su número. También se puede mencionar como ejemplo de puente promovido por la Iglesia el puente del Arzobispo, en la provincia de Toledo, para la visita al Monasterio de Guadalupe.


Puente del Arzobispo

          En la construcción de puentes, la  innovación más relevante va a ser la utilización del arco ojival (provoca menos empujes horizontales), aunque también se empleará el de medio punto. También se  hace más notable la rasante a dos vertientes, denominándose a este perfil como de lomo de asno. Se levantan puentes menos sólidos y más estrechos, con una terminación menos cuidada. Los sillares serán de menores dimensiones, incluso emplearán el sillarejo, con una distribución irregular en sus paramentos. Se hará más hincapié en la funcionalidad que en la estética.

          Sin embargo, en los puentes medievales el ancho de las pilas llega a valores de 1/6’5 con respecto a la luz. Se consiguen luces mayores, como en el puente de San Martín de Toledo (39 m.), el de Orense sobre el Miño (43 m.), el del Diablo en Martorell (43 m.) y el de Monistrol de Monserrat (37 m.). En estos casos, normalmente, la bóveda estaba formada por varios anillos de sillería, de forma que la cimbra sólo tenía que soportar el peso de la primera rosca, y ésta a su vez la de la segunda. Fue un método ya empleado en el puente de Alcántara  que permitía dotar a la bóveda de un mayor espesor y ahorrar en el coste de la cimbra.


Puente de San Martín


Puente de Monistrol


          A diferencia de los puentes romanos donde el arco nacía de la parte superior del tajamar, el arranque comienza desde la base de la pila, con hiladas horizontales hasta un ángulo aproximado de 30º, a partir del cual ya se inicia la disposición de las dovelas.

          En un principio, se copian los arquillos de aligeramiento encima de las pilas, como es el caso del Puente de la Reina en Navarra o el de San Juan de las Abadesas. Los tajamares se disponen tanto aguas arriba como abajo, generalmente con forma triangular, y en algunos casos, incluso suben hasta la rasante, para aliviar la estrechez de la calzada. En los puentes romanos sólo se disponían los tajamares aguas arriba para disminuir la resistencia de la pila al paso de la corriente de agua, sin embargo, en la época medieval, al disponerlo también aguas abajo evitaban remolinos y posibles erosiones en la parte trasera de la pila.


Puente de San Juan de las Abadesas.

          También aparecen dotados de torres, tanto para su defensa como para su control y cobro del pontazgo, dado que se convierten en puntos estratégicos de paso. Se puede citar como ejemplo el puente de Frías (Burgos). Incluso toman la forma de zig-zag en su trazado en planta como es el caso del puente de Besalú en la provincia de Gerona.



Puente de Frías

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