Las atribuciones en
obras públicas de arquitectos e ingenieros militares no estaban totalmente
definidas, ya que en la construcción de los seis principales caminos de
carácter nacional, construidos a últimos del siglo XVIII intervinieron ambas
profesiones. Por ejemplo, el militar Martín Zermeño realizó el proyecto del
puente sobre el Llobregat de Molins del Rey (1.763 – 1.767) interviniendo Juan
Caballero en la dirección, y el arquitecto Bartolomé Ribelles dirigió el tramo
Valencia – Castellón y construyó el puente sobre el río Mijares cerca de Villareal
(1.784 –1.790). Parece ser que con el transcurso de los años los arquitectos
poco a poco fueron aumentando cada vez más sus
competencias.
Este cuerpo se estableció para unificar criterios y dictar reglas para
la redacción de proyectos y presupuestos de obras, y contar con un nutrido número
de profesionales especializados en el planeamiento, ejecución y control de
costes de las obras públicas. Hasta ese momento las carreteras dependían de
la Superintendencia de Caminos y Correos, mientras que los puentes eran
competencia del Consejo de Castilla, por lo que la descoordinación de estos
organismos provocaba, según Alzola, que se construyeran caminos sin puentes y
puentes sin carreteras.
En 1.802 se fundó la Escuela de Ingenieros de
Caminos bajo la dirección también de D. Agustín de Betancourt. Los aspirantes
debían aprobar un examen de ingreso en esta Escuela, por lo que muchos ya
poseían cierta formación o experiencia en esta materia (algunos de ellos eran
arquitectos titulados) y una vez terminados los estudios eran destinados con
los grados inferiores del escalafón del Cuerpo. En dicha escuela se impartían
materias más específicas para la realización de obras de ingeniería:
carreteras, puentes, cimentaciones especiales, puertos, presas..
Pero el estallido de la Guerra de la Independencia supuso un retroceso
en la formación de la infraestructura viaria de la península. A la vuelta de
Fernando VII, dado el carácter liberal de la mayoría de los ingenieros, fue
cerrada tanto la Inspección de Caminos como la Escuela en 1.814.
En el trienio liberal de 1.820 a 1.823 se reabrió la Escuela pero volvió
a ser clausurada al reestablecerse el régimen absolutista.
Ya tras la muerte de Fernando VII, en 1.834
se reabrió la Escuela, en 1.835 se reorganizó el Cuerpo y en 1.836 se publicó
su reglamento.
Años después, fruto de la reestructuración
del Cuerpo de Ingenieros de Caminos, en 1.854 se creó el Cuerpo de Ayudantes de
Obras Públicas, antecesores de los Ingenieros Técnicos de Obras Públicas.
A partir de este momento, la mayoría de puentes de piedra siguieron el
modelo de Perronet: arcos escarzanos muy rebajados y pilas de poco espesor. Las
bóvedas tienen el mismo ancho que las pilas y los tajamares adosados son semicilíndricos
terminados en sombreretes hasta el arranque de los arcos.
Prolongación del
puente de Andújar (Jaén) realizada por el Ingeniero de Caminos Larramendi en
1.823
Sin embargo, las mayores exigencias en el trazado de los caminos y la
aparición del ferrocarril van a contribuir a la construcción de grandes
viaductos para mantener la continuidad de la rasante.
Para grandes alturas, el arriostramiento de la pilas mediante arcos en
varios niveles se utilizó al principio muy a menudo, imitando a los acueductos
romanos. Pero con el tiempo, las pilas quedaron exentas en toda la altura,
combinando la sección de éstas y la luz de los arcos. A medida que aumentaba la
altura de las pilas, la luz de los arcos tendía a disminuir y la inercia de la
pila a aumentar. El equilibrio entre estos dos factores era lo que determinaba
el número de pilas y la dimensión de la luz de los arcos. En otras ocasiones se
dimensionaba un arco central flanqueado por pilas-estribos y, a continuación,
varios arcos de acompañamiento que permitían el desagüe en caso de grandes
avenidas.
Como ejemplo de puente de la época se puede citar al puente de Contreras
sobre el Gabriel, proyectado por Lucio del Valle. Está formado por un total de
siete arcos de medio punto, siendo el central de 16’70 m. y los laterales más
pequeños de 8’35 m. de luz. Fue construido en la antigua carretera de Madrid a
Valencia sobre el río Cabriel, e inaugurado en 1.851.
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