sábado, 13 de agosto de 2016

El puente de Cervantes o Cristina (IV). Ruina y reconstrucción

Ruina.

          En la sesión celebrada el 23 de enero de 1.835 y bajo la presidencia del nuevo Corregidor D. Jaime Soncase, se dio cuenta del estado ruinoso en que se encontraba el puente: por el lado de la población, habían aparecido grietas y desplomes que amenazaban la estabilidad de la obra. La asamblea acordó que el Arquitecto Director D. Juan Carbonell expusiera su dictamen sobre los daños sufridos y la forma de repararlos.
          D. Juan Carbonell informó que los desperfectos habían sido originados por las extraordinarias lluvias ocurridas enseguida de haber terraplenado dicho costado con tierras de naturaleza gredosa, sin haber dado tiempo a apisonar ni consolidar. También habían salido grietas al pie del estribo del arco que todavía se apoyaba sobre la cimbra, pero que no tenían importancia ya que en la cara opuesta había pasado lo mismo y, tras haberlas tapado con cal, no volvieron a salir. Como reparación propuso rebajar las dos paredes de dicho costado 6 u 8 hiladas y volverlas a levantar, retocando a pico los demás desperfectos. Los terraplenes debían ser sustituidos por otros de mejores tierras, intercalando tongadas de cascajo y grava. En cuanto a las grietas en el contrafuerte del arco convenía arriostrarlas con barrotes de hierro. Al llegar a la coronación debían unirse los dos paramentos con dos cadenas de hierro para evitar posteriores desplomes (Informe de 26 de febrero de 1.835).

          El Ayuntamiento decidió consultar a otro arquitecto de acreditada reputación para contrastar opiniones. Se llamó al Arquitecto de la Villa y Corte de Madrid D. Tiburcio Pérez, amigo del regidor D. Francisco Tomás Gosalvez.
          D. Tiburcio Pérez llegó a la villa y examinó las obras. Más tarde, en el cabildo de 12 de marzo de 1.835, en el despacho del Corregidor se reunió con los cargos municipales y D. Juan Carbonell. Según su parecer el estado del puente era ruinoso e inservible dadas las diferencias de anchura entre sus extremos, desplomes (de hasta 56 cm. en la parte de levante), desniveles, grietas y curvaturas que se apreciaban en sus paramentos. No obstante, si se rebajaban las paredes poco a poco, realizando las observaciones oportunas y no se producían más movimientos se podría reconstruir, pero sustituyendo el enorme terraplén por una serie de arcos interiores de aligeramiento. Ante la diferencia de opiniones de ambos arquitectos, el Ayuntamiento acordó que se encargara de la reforma D. Tiburcio Pérez, cesando en la dirección a D. Juan Carbonell. Tras marcar unos puntos de referencia en las paredes del puente y como tenía  que regresar D. Tiburcio a Madrid, se dejó encargado al maestro de obras D. Antonio Botella de notificarle por carta cada semana las observaciones y posibles movimientos, así como, la marcha del desmontaje del puente.
          Se paralizó el tránsito de carruajes, se impidió que entrara agua, se suspendieron los trabajos y se notificó a D. Vicente Cortés, empresario de la obra, el acuerdo adoptado.
          Durante los meses de marzo, abril y parte de mayo, se ocuparon de la extracción de las tierras del segundo cuerpo y en descubrir los estribos del arco.. Conforme fueron vaciando se detectaron grietas interiores en los muros de mampostería, morteros de cal todavía sin endurecer y separaciones entre los muros de sillería y mampostería que estaban sin trabar.
          Por todo ello D. Tiburcio Pérez dictaminó que lo mejor era demoler el puente y levantarlo de nuevo bajo otro plan.

          Se suspendieron los trabajos. El pleno, antes de adoptar la resolución de D. Tiburcio, optó por consultar a la Real Academia de San Carlos de Valencia.

Reconstrucción.

          A finales de junio comparecieron los arquitectos D. José Serrano y D. Manuel Fornés como representantes de la Real Academia. Tras el reconocimiento del puente aseguraron que tenía reparación. Para ello realizaron un proyecto que, tras haberlo aprobado la Real Academia de San Carlos, le fue entregado al Ayuntamiento por el valor de 1.500 reales de vellón.

          Según el proyecto, la reparación consistía en: demolición total del cuerpo superior en ambos laterales del arco, sustitución del terraplén restante del primer cuerpo por mampostería macizada con mortero de cal, todo ello cubierto de dos hiladas de sillares (enlazadas en forma de cola de milano) en toda la superficie para unir los paramentos exteriores de ambos costados, y sobre esta base levantar los arcos apuntados de sillería de 4 palmos (0’90 m.) de dovela, relleno de los senos con mampostería y formación de encallejonados con paredes de 4 palmos y bóvedas de roscas de losetas sobre los estribos del arco hasta la coronación, disposición de desagües, banquetas, cornisa y pretiles abalaustrados. 


Detalle de un arco ojival

          Como obra complementaria, D. Manuel Fornés propuso la conexión del puente con la población por la calle San Lorenzo, en vez de por las calles de San Juan y San Mauro como propuso D. Juan Carbonell; de esta forma enlazaba el Camino de Madrid con la plaza principal de la villa (Plaza España). Sin embargo, era necesaria la expropiación de la casa que cerraba la calle por ese costado. Bajo el visto bueno de la Junta se aprobó el nuevo trazado de la calle.

Los trabajos del puente continuaron por Administración en septiembre de 1.835, quedándose como maestro de obras D. Antonio Botella.

          A finales de 1.835 se produjo otro cambio en la municipalidad, siendo nombrado Alcalde D. José Jordá Francés. Una de las primeras medidas que tomó fue suspender las obras, aprovechando la crudeza del tiempo, para contratarlas por empresa en pública subasta.      

          Tras una primera subasta que quedó desierta se tuvo que recurrir a una segunda, que  se celebró el 9 de abril bajo la supervisión del arquitecto D. Juan Ibáñez, y se adjudicó al maestro de obras D. Mauro Gisbert, por la cantidad de 339.900 reales. Los financiadores fueron D. Pascual Abad, D. Gregorio Masiá y D. Antonio Juliá, contando como arquitecto de la empresa D. Jorge Gisbert (titulado por la Real Academia de San Carlos).

          Se reanudaron las obras. Pero en una visita en el mes de julio,  D. Juan Ibáñez comprobó que se habían omitido las bóvedas interiores, el macizado con mampostería del espacio intermedio entre contrafuertes y la unión de los paramentos con las dos hiladas de sillería en forma de cola de milano en el primer cuerpo. D. Jorge Gisbert reconoció la variación pero argumentó que fue para darle mayor solidez  y propuso que viniera una comisión de la Real Academia de San Carlos. De nuevo, el 10 de septiembre se paralizaron los trabajos.


Vista de los arcos y de los pilares almohadillados

          En representación de la Real Academia vinieron D. Manuel Fornés y D. José Serrano. Emitieron un informe favorable a las modificaciones efectuadas por Gisbert ya que continuaba con el plan propuesto por Fornés: “...al paso que vaciaba el terraplén de las calzadas en la parte del pueblo le pareció más conforme el replanteo de la obra del segundo cuerpo, de los postes o machones de los tres arcos sobre el terreno firme y sólido que encontró en lo interior de las calzadas y a la misma profundidad y a nivel de éstas, subiendo los postes que deben sostener los arcos de 12 palmos de espesor (2,72 m.) o grueso cada uno, encadenándolos en su centro con una pared de 7,5 palmos (1,70 m.) de grueso, haciendo al mismo tiempo una contracalzadas por la parte interior arrimadas a las antiguas, cuyos postes, cadenas y contracalzadas todo subía a un tiempo unido y trabado excepto  los paramentos de los postes  principales que subían de sillería a soga y a tizón asentados al lecho y bien golpeados, y lo interior de buena mampostería ordinaria de piedra reble y de mortero de buena mezcla llenando los recuadros o cajones que resultaban entre los postes y cadenas hasta la altura de 14 palmos (3,17 m.) todos macizos de una mampostería más regular. Este método de construcción que usó dicho Arquitecto en el tiempo que tuvo la obra a su cargo hasta la altura de 14 palmos como queda dicho...

          La corporación aceptó la decisión de los arquitectos. Las obras continuaron bajo la supervisión del nuevo arquitecto municipal de la Villa  D. Francisco Carbonell.

          A últimos de octubre de 1.837 se descimbró el arco. Jorge Gisbert entregó un plan para la conclusión del puente en el que se suprimieron el pretil abalaustrado y otras decoraciones que estaban contempladas, todo ello para evitar mayores gastos y acortar el tiempo de ejecución. El 24 de septiembre de 1.838 el arquitecto D. Jorge Gisbert dio por concluida la obra, a falta de que una comisión municipal lo revisara.

         La sillería  de color más claro colocada en los pilares almohadillados se extrajo de la cantera de San Cristóbal.

 
Detalle de los sillares calzados con listones de madera y las juntas de mortero de cal, en el interior de uno de los arcos ojivales, 

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